PRIMER RELOJ DE BOLSILLO

Un cilindro metálico pesado que cabe en la palma de mi mano. Una de sus caras muestra las doce horas marcadas con una manecilla. De repente escuchó un chasquido. El horario acababa de avanzar. El reloj mecánico más pequeño que haya visto de todos los tipos de relojes que existen, más pequeños que los de pared o con péndulo con bolas de acero. Han pasado varios años antes de que llegara a mi mano este

Un texto de Paulus Alemanus en 1478 describe un espiral metálico lo suficientemente pequeño para introducir en el bolsillo y lo suficientemente poderoso para mover las manecillas de forma uniforme. Este texto despierta el interés a todo quien lo leía. Tres años después Luiz XI pagaría 16 liras y diez sueldos al relojero Jehan de París para hacer un esplendido mecanismo que llevaría incluso en sus retratos. La noticia se comentaba en cada reunión social de la época, se mencionaban sus cualidades y los beneficios. Era el símbolo de la revolución científica de la época, el mundo mecánico. Su significado era que el hombre había reducido el tiempo para llevarlo en su bolsillo. Un triunfo.

Pero no fue hasta 1511 cuando en un viaje a Nüremberg, me contaba mi padre, se hablaba sobre un hombre llamado Peter Henlein que había popularizado los relojes junto a otros artesanos del hierro que habían perfeccionado los interiores. Así fue como llegó el primer reloj a mi familia. Al volver mi padre a su país, gran parte de las reuniones sociales se comentaba y exhibía esa maravilla moderna. El chasquido de la manecilla horaria asombraba a los espectadores.

Ya es 1570, mi padre está muerto y su reloj se encuentra como reliquia en la sala de estar. Ahora se encuentran relojes desde Francia, de Lyon que ganan cada vez más prestigio que los manufacturados en Bois, algunos dicen que pronto Inglaterra producirá los suyos propios. Cada vez una moda más fina, relojes delicados y refinados, con tecnología sofisticada, cada vez más precisos. Es un símbolo de la era moderna y del buen gusto.